
MICRORRELATO
Caminaba rodeado de gente y, al mismo tiempo, solo. Con los sentidos jóvenes, pero ciego ante la belleza del alba y sordo a la melodía del viento al mecer las hojas de los árboles. La vida florecía a su alrededor, mas él la buscaba tras una niebla digital en los confines de un mar de mundos espejos. Bajo la superficie, al mismo tiempo estaba la nada y la evasión de todo. Oscuridad en ciernes. La auténtica vida había quedado harto olvidada. La muerte, apenas valorada.